Los lunes, miércoles y viernes acude por la mañana a Navalmoral de la Mata para someterse a la diálisis con la que ha tenido una relación complicada. “Cuando supe que mis riñones no iban bien, traté de retrasar todo lo posible la diálisis, me daba miedo y pensaba que me iba a limitar mucho. No quería ver en qué situación me encontraba, pero mi cuerpo no respondía. Ahora, creo que retrasar la diálisis fue un error, porque cuando empecé tenía un exceso de líquido de 13 kilos, no estaba bien”, reconoce esta deleitoseña.
El deterioro de la función renal no fue el primer susto médico de Olivia, ya que ella está diagnosticada de diabetes desde su infancia. Cuando se quedó embarazada de su hijo, la diabetes complicó la gestación y tuvieron que provocarle el parto a los 7 meses. “Mi hijo estuvo 3 meses en la UCI. Fue un embarazo traumático. Aunque ahora él es un niño sano”.
Debido a los problemas en su embarazo y diabetes, tuvo que dejar su trabajo como administrativa en una empresa constructora. Tras pasar por un tribunal médico, recibe una pensión contributiva.
A pesar de su historial médico, Olivia describe como un proceso angustioso el periodo en que su riñón empezó a fallar y le dijeron que tendría que hacer diálisis. “Es un tratamiento desconocido, que asusta”. Primero comenzó con la diálisis peritoneal, pero al poco cambió a la hemodiálisis en un centro clínico. “No me apañaba bien”.
Al principio de comenzar la hemodiálisis, reconoce que salía mal tras cada tratamiento, pero eso ha cambiado: “creo que no me encontraba bien porque iba con mucho peso (mucho líquido) y muy cargado de toxinas, estaba en un estado muy malo. Después de un tiempo, siento que mi cuerpo se ha adaptado a este tratamiento y ahora salgo muy bien tras cada sesión de diálisis, no me afecta negativamente. Creo que también influye mucho el ánimo”.
Olivia afirma haber asimilado y aceptado la hemodiálisis. “Aunque al principio te cambia todo, lo principal es aceptarlo, saber que te va a venir bien, es un tratamiento que te hace falta. No se trata de adaptar tu vida a la diálisis, sino de incorporar la diálisis a tu vida”.
A lo largo de estos cuatro años de tratamiento, no solo ha pasado por un proceso de aceptación sino también por dos trasplantes. “Llevaba poco con la diálisis cuando me llamaron para un doble trasplante, de páncreas y de riñón. Con el páncreas me fue genial, la diabetes desapareció. Sin embargo, hubo problemas en una de las arterias del riñón y tuvieron que quitármelo. Después, me han llamado varias veces por un posible donante, pero no era compatible. En mi caso es complicado, porque el tratamiento inmunosupresor que tengo por el trasplante de páncreas hace que genere anticuerpos y que no se compatible con muchos donantes”.