El acceso permanente más común para un paciente en hemodiálisis crónica es la fístula nativa arteriovenosa (FAV).
La fístula se forma debajo de la piel uniendo una vena con una arteria. La fístula aumenta la cantidad de sangre que fluye a través de la vena y hace que la vena se fortalezca, de manera que facilitará el proceso consistente en insertar la aguja para la realización del tratamiento de diálisis.
El procedimiento mediante el cual la fístula se fortalece y se hace lo suficientemente grande para la inserción de la aguja se denomina maduración. En general, esto lleva de cuatro a seis semanas.