Desde que hace ocho años diera un giro a su profesión, no se ha arrepentido en ningún momento, todo lo contrario, la diálisis le ha vuelto a “enganchar” a la enfermería y no duda en recomendar este trabajo a cualquier estudiante que esté pensando en dónde le gustaría trabajar.
“A veces se piensa que trabajar en diálisis es monótono, pero eso es fruto del desconocimiento. Nunca me he aburrido trabajando como enfermero de diálisis. En este trabajo, la figura del enfermero está muy valorada. Además, nunca vas a entrar en una sala de diálisis sin formación previa. Eso no ocurre en otros lugares”, explica este enfermero de 33 años quien se decidió a trabajar en Fresenius Medical Care hace algo más de seis años.
Su vida laboral comenzó cuatro años antes, en Madrid, ciudad a la que se trasladó al conseguir un contrato de larga duración. “Yo había vuelto a mi hogar familiar, en Villanueva de la Serena, tras haber estudiado en Plasencia. Desde que terminé mis estudios, había tenido contratos temporales cortos, ya que en esa época había dificultad para encontrar un trabajo estable en la profesión. Cuando estaba a punto de irme a Reino Unido, me llamaron para trabajar en una residencia de ancianos en Madrid. Hice la entrevista y a los dos días ya estaba trabajando”.
De aquella etapa laboral, recuerda el esfuerzo y la ilusión por hacer las cosas bien, por la tan ansiada independencia económica y su entrada en el mundo laboral: “Yo provengo de una familia monoparental y no quería seguir siendo una carga para mi madre. Los estudios en Plasencia los pude costear con becas, pero al terminarlos, necesitaba trabajar. Por eso, estuve buscando trabajo sin parar hasta que me salió el de Madrid”.
Durante varios años, trabajó en residencias de ancianos, se formó en enfermería geriátrica, hizo sus pinitos en la gestión y coordinación de equipos y estuvo dando seminarios en la Escuela de Enfermería de la Universidad Complutense. Su vida personal también fue creciendo: de una habitación donde empezó a vivir los primeros meses pasó a alquilar un piso.
“Fueron años duros porque debido a la organización o por la falta de recursos en los centros, no estaba a gusto trabajando y pasé de una residencia a otra, sin que con eso mejorase mi percepción. Además, el sueldo era muy bajo. Así que decidí regresar a Extremadura”, señala.
Poco tiempo después, animado por su pareja de entonces, se trasladó a Cataluña, donde tras trabajar en un par de residencias más y plantearse si lo suyo era la enfermería, decidió dar el salto a la que es su especialidad actual: enfermería de diálisis.
“Al principio, empecé a trabajar a tiempo parcial en el Centro de Diálisis de Hospitalet, que simultaneaba con otros trabajos”. De allí, pasó al Centro de Diálisis de Sant Boi, donde aterrizó al poco tiempo de su apertura. “Creo que ha sido la etapa laboral más bonita, en la que crecí mucho como enfermero. Tuve la gran suerte de caer en un turno con un gran formador, Alex Castillo, un compañero que trabaja de maravilla y al que llamo ‘mi papi de diálisis’. De él adopté muchas prácticas y conocimientos, que luego he trasladado a otras personas cuando he sido formador.”, afirma.