Este alavés de nacimiento y bilbaíno de adopción, desde que se casó y se trasladó con su mujer a orillas del Cantábrico, explica las peculiaridades de su puesto de trabajo, como responsable asistencial y nefrólogo del Centro de Diálisis Bilbao-FME.
“Es un trabajo interesante por lo que haces, porque te da estabilidad y también porque te ofrece la posibilidad de compaginarlo con otras cosas, ya que el horario es muy cómodo, siempre y cuando la plantilla médica esté al completo. El problema es que ahora tenemos necesidad de personal, es algo común en todos los centros, tanto públicos como privados. Creo ha habido un cambio importante en cómo los jóvenes de ahora entienden el trabajo. Antes quizás estábamos más implicados y ahora priman otros aspectos de la vida en los médicos más jóvenes”, señala.
Su día a día lo reparte entre el trabajo relacionado con la gestión y administración del centro de diálisis, en su papel más burocrático como responsable asistencial, y el más médico, evaluando y haciendo seguimiento a los pacientes. “Se establece una relación muy estrecha entre médico y paciente, porque le ves tres días a la semana. Soy el médico con el que más relación tienen y al que le cuentan sus problemas”.
Este centro, que cuenta con 30 puestos de diálisis, atiende a un centenar de pacientes en dos turnos, uno de mañana y otro de tarde. “Tenemos pacientes que, por su edad, no son aptos para trasplante y otros que pasan un tiempo con nosotros y luego se trasplantan, y algunos de ellos regresan cuando les falla el riñón trasplantado”.