Cuando Ángeles González Lozano vio en su centro de diálisis una invitación a participar en un programa que se iba a poner en marcha sobre mejora de experiencia del paciente pensó que podía ser interesante para implementar la atención al paciente y porque eso podría redundar en algo positivo para el personal. “Pensé que podía hacer algo por ellos y también por nosotros porque, al fin y al cabo, somos como una familia”.
Esta enfermera del Centro de Diálisis Reus lleva 22 años trabajando en esta clínica de Fresenius Medical Care 22. Ella ha sido la persona que ha liderado el proyecto “Fósforo y potasio, ¿cuánto sabes? Aprende jugando” en el que ha involucrado a pacientes, familiares y compañeros de trabajo. Entre sus objetivos estaba el ampliar los conocimientos de los pacientes con respecto a la dieta adecuada para su estado de salud, ofrecerles nociones sobre el potasio y el fósforo e intentar modificar hábitos para favorecer una nutrición óptima en los pacientes renales, así como mejorar la sintomatología que provoca un exceso de estos minerales.
Cambiar hábitos y conductas vinculadas a la alimentación no es fácil para la mayoría de las personas, y se vuelve más complicado en función de ciertas circunstancias como la de los pacientes que acuden de lunes a sábado al Centro de Diálisis de Reus. “En nuestra clínica tenemos pacientes de varias poblaciones del Baix Camp, en un porcentaje muy alto son mayores con recursos limitados, origen multicultural y, en gran medida, con un nivel académico básico. Los cambios, entre ellos la dieta y la cantidad de limitaciones alimentarias e ingesta líquida, les genera estrés y no los aceptan fácilmente”, señala esta enfermera.
De esta manera, Ángeles llevó a cabo una encuesta y tablas para el control del consumo diario de alimentos, que dirigió a una buena parte de los pacientes de este centro para conocer de primera mano cómo era su alimentación. “Vimos que no controlan bien su dieta, son mayores y además dependen de otras personas, por lo que es algo complicado para ellos. A partir de ahí, empezamos a trabajar, focalizándonos en sus hábitos”.
Fruto de ese trabajo surgieron pirámides alimenticias que entregaron a los pacientes y que “han colgado en sus neveras”, crucigramas, sopa de letras o juegos como el del ahorcado orientados a potenciar conceptos nutricionales. “También hemos hecho pósteres sobre el potasio y el fósforo que son muy visuales”. Todo ello, reconoce Ángeles, ha sido útil tanto a pacientes como al personal asistencial: “a nosotros nos vale para repasar los puntos importantes y tener más claro qué decirles y a ellos les ayuda en algo tan importante como es cumplir con las restricciones que tienen en su día a día”.