Cuando le propusieron ser responsable operacional (RO) del Centro de Diálisis Alcobendas, Madrid, su primera respuesta fue un ‘No’. La responsabilidad que implicaba ese cargo y la preparación que requería --y que ella consideraba que no tenía-- determinaron su reacción. Sin embargo, sus compañeras, con las que llevaba trabajando tres años, la animaron a aceptar el puesto y desde diciembre de 2019 Cristina Escorihuela está como responsable operacional de esta clínica en la que trabajan 28 personas y se tratan 95 pacientes.
“Al principio lo pasé mal porque no dominaba el puesto y en seguida llegó la pandemia Covid-19. La situación era especial y había que solucionar los problemas sobre la marcha, lo que me generaba mucho estrés”, reconoce esta enfermera que lleva vinculada a la diálisis desde sus inicios en la profesión de Enfermería, hace más de 20 años.
“Terminé los estudios en junio de 2001 y en octubre entré a trabajar en un centro de Fresenius Medical Care de Granollers, Barcelona, donde me formaron en la atención del paciente renal. Este es un trabajo en el que terminamos siendo una pequeña familia, ya que al ser la enfermedad renal un proceso crónico, terminas conociendo muy bien a cada paciente, se genera mucha cercanía con ellos. Y a mí, el trato con el paciente es lo que más me gusta”, señala.
Quizás esa sea una de sus principales preocupaciones, lo que impacta en el paciente la escasez de profesionales de Enfermería, sobre todo a partir de la pandemia, lo que conlleva una alta rotación, no solo en este centro de FME sino en todos los entornos sanitarios del país. “La diálisis es un tratamiento muy especializado, que conlleva metodologías específicas en cada centro. Que entren y salgan nuevas enfermeras supone una carga para el personal, pero no solo para ellos sino también para los pacientes. Porque al paciente renal le cuesta mucho confiar en alguien nuevo, para él, su brazo es un mundo. No le resulta fácil el cambio”.
Otra inquietud que ha tenido desde que comenzó a ejercer como RO es gestionar bien al personal bajo su cargo, “es lo más complicado”, aunque ella considera que el haber sido antes compañera que ‘super’ le beneficia porque sus compañeros saben cómo es. También le ha ayudado el curso Fit for the Role (Fit4R) que empezó a realizar en 2020 y que se prolongó algo más de lo previsto debido, de nuevo, a la dichosa pandemia.
“La realización del curso Fit4R me sirvió mucho para adoptar una mentalidad de crecimiento, aprendiendo a priorizar el día a día, a gestionar el estrés, a identificar los ‘robadores del tiempo’, a delegar y a compartir experiencias con otras ROs. Me ha servido para adquirir técnicas y estrategias para gestionar mejor al equipo, identificar mis talentos y explotarlos en bien del equipo. Al mismo tiempo, he identificado aspectos a mejorar o para cambiar, como el aprender que no hay que huir de los conflictos sino enfrentarse a ellos para solucionarlos”, explica.