Lejos de tirar la toalla o venirse abajo, Francisco se informó de todos los detalles de su tratamiento y de ver cómo podía compaginarlo con su vida. “Nunca pensé en dejar de trabajar, sino que pensé lo horrible que debía de ser dejar de trabajar”. Tres sesiones de diálisis y una semana de baja fue suficiente para pedir el alta y seguir con su trabajo como perito industrial.
“En mi trabajo, me puedo organizar la jornada como yo quiera, así que los lunes, miércoles y viernes madrugo, para salir de casa a las 7 de la mañana en dirección a Alicante donde tengo la mayoría de mis clientes (vive en Murcia) y, a media mañana, ya estoy en la oficina preparando los informes. A las cuatro, me voy al centro de diálisis. Trato de comer bien y no ir con mucho líquido y la verdad es que, por lo general, llevo muy bien la hemodiálisis y la compagino bien con mi vida laboral y social”, explica. Así ha sido durante los ocho meses que lleva con este tratamiento que ha modificado poco su vida.
Porque si el día a día de Francisco es intenso, no lo son menos sus fines de semana. “Trato de concentrar todas mis obligaciones (laborales y médicas) entre semana y el fin de semana me gusta quedar con mis amigos o viajar”.
La hemodiálisis no le ha hecho renunciar a esos viajes, aunque en estos últimos meses ha preferido realizar la mayoría de sus viajes dentro España: Granada, Santander, Madrid, Bilbao… Y también una escapada rápida a Berlín. Y todo esto en ocho meses, claro que a él se le puede quedar corto ya que durante años ha viajado por todo el mundo: Nueva York, París, Hungría, República Checa, Estambul, Cuba… “Tengo pendiente un viaje a Egipto y otro a Rusia, aunque ahora con la guerra no es el momento. Viajar me divierte”.