A los 14 años de edad, su padre le donó uno de sus riñones; sin embargo, apenas un mes después, tuvieron que extirpárselo y Rosaria no tuvo más remedio que volver a dializarse. Si bien las cosas no le resultaban fáciles, también disfrutaba de buenos momentos; de hecho, los recuerdos más felices de este período tienen que ver con el momento en que conoció a Michele, quien posteriormente se convirtió en su novio, así como muchas otras cosas. Cuando Rosaria tenía dieciocho años, su tía le donó un riñón y, por fin, empezó una nueva vida.
Al haber perdido tanto tiempo en el colegio durante los años, ya no iba a poder cumplir su sueño de ser esteticista. Ahora, su gran deseo consistía en casarse y formar una familia. Felizmente, este deseo se hizo realidad y, a los 21 años, contrajo matrimonio con el amor de su infancia, Michele. Pocos meses después de la boda, de forma totalmente imprevista, los médicos la informaron de que estaba esperando un bebé. Apenas podía creer lo que estaba oyendo: ¡se había producido el milagro! Rosaria sintió que tocaba el cielo con las manos y, por primera vez, tuvo una sensación de plenitud como persona y como mujer. Durante la trigesimosegunda semana de embarazo, se puso de parto de forma prematura; fue un parto difícil pero, finalmente, dio a luz a una niña preciosa: Margherita, una nueva esperanza para Rosaria.