Ahora está centrado en unas manualidades especiales que no quiere desvelar, pero explica otras previas que ha hecho: encuadernar libros, cosidos a mano, por ejemplo. “Aprendí solo. Al principio eran más básicos, y luego los he ido mejorando. Hago diarios, que suelo regalar a mi familia”. También durante otra temporada hizo pulseras, collares, cajas de cartón para regalo.
Los fines de semana se va de pesca a los ríos o pantanos que tiene cerca. “Hay muchos por esta zona, incluso está el pantano más largo de Europa, el Alqueva, donde he estado pescando y también bañándome”. El Alqueva está en Alentejo, Portugal, cerca de la frontera con Badajoz y es el mayor embalse de Europa Occidental, solo superado por algunos de Rusia y Ucrania.
Los barbos, carpas, lucios, truchas… Todos estos peces han formado parte de su vocabulario desde siempre. “Me aficioné a pescar con mi padre, que me empezó a llevar con él y con mis tíos cuando yo tenía unos diez años”. Y, aunque explica que no hace falta estar en silencio --“nosotros nos poníamos la radio” --, sí es necesario estar tranquilo. “Por eso mis hijos o mis nietos no vienen conmigo, porque no paran quietos”.
Cuando se le pregunta por una pesca especial, recuerda un día de verano, hace años, en el embalse de Encinasola, que está en la provincia de Huelva. “Me fui después de trabajar, era viernes, y hacía cerca de 40 grados. Una carpa picó el anzuelo y al tirar del hilo se salió de la caña y me quedé con el carrete en la mano. Tras mucho tirar de brazo, pude sacar la carpa que pesó 6 kilos. Lo recuerdo bien por el calor, por el esfuerzo, porque llevaba una botella de agua tan congelada que no se descongeló y acabé cansadísimo, con el brazo dolorido, pero con la carpa”.
Prefiere este tipo de escapadas o ir a restaurantes de pueblos cercanos con su familia, a las vacaciones en la playa u otro destino. “Desde que estoy en diálisis, lo prefiero así. Aunque podría dializarme en otro centro, prefiero seguir en el mío. Además, no disfrutaría la playa viendo tanto chiringuito y yo sin poder beber”.
Controles periódicos para prevenir
El no poder beber casi nada es otro de los aspectos negativos de su situación. “La dieta no me importa, porque hago una alimentación variada y como poco, pero llevo mal pasar sed. De todas formas, no me paso con los líquidos porque la diálisis es mejor si controlas eso. Me he adaptado bien, sigo las normas que me dan y los análisis los llevo bien”.
A pesar de las restricciones, no se queja, y sostiene que suele dar muchos ánimos a los compañeros de turno que se dializan junto con él, todos mayores de 50 años. “La diálisis es vida. Es el tratamiento que nos da la vida”.
Lo que recomienda a alguien que vaya a empezar en diálisis es que su pensamiento no gire todo el tiempo en torno a la enfermedad o la diálisis. “Es primordial tener la cabeza en su sitio y para eso es importante estar entretenido. Yo no paro en todo el día: hago manualidades, cocino porque mi mujer trabaja, leo, sobre todo novela histórica”. Ahora está con El camino mozárabe, de Jesús Sánchez Adalid, y no sabría recomendar un libro en concreto cuando se le pregunta: “es que leo mucho. Tengo más de 1.000 libros, y me los he leído todos”.
Lo que sí tiene claro es lo que le recomendaría (y lo suele hacer) a las personas en relación con su salud renal: “que se cuiden, que se hagan análisis de vez en cuando, que si tienen la tensión arterial alta que se la controlen. Porque de esta enfermedad no te enteras hasta que ya está muy avanzada”.